El conflicto por la plaza

Si bien la frase del título nos evoca inmediatamente al reto del narcotráfico en Latinoamérica, ciertamente el desafío de encontrar una plaza o lugar privilegiado para ejercer una actividad no es exclusivo de ese sector. La mercadotecnia reconoce el rol del territorio cuando a manera de dogma refleja que la variable más importante de la mezcla de marketing para posicionarse favorablemente en el mercado y en relación con tus competidores es: “plaza, plaza y plaza”. Lo mismo que ocurre en el narco y con las empresas se replica para los individuos.

El nivel de acceso que te ofrece una ciudad es una de las principales variables que facilitan o merman las posibilidades de desarrollo de sus habitantes. En ciudades como Bogotá o la Ciudad de México, el tiempo de traslado promedio rebasa las dos horas o, por otro lado, en el extremo de los viajes más largos se puede decir que “la Ciudad de México está a cinco horas de la Ciudad de México”. Estas condiciones de acceso no se reparten de manera equitativa y existe una guerra de mercado por encontrar los lugares que ofrecen las mejores oportunidades: oportunidades de empleo, de abasto, de salud, de educación, de recreación, de traslado y en general, de desarrollo.

La cuarentena derivada de la crisis en salud pública global ha resultado en un experimento que ha visibilizado de manera muy concreta muchas lecciones y vicios en la planeación de nuestras ciudades. La primera es la relación entre la movilidad de las personas y la economía. Está siendo evidente que reducir el número de viajes al mínimo tiene un impacto en los intercambios (de todo lo que valoramos, monetizable o no) entre las personas y, por tanto, en la actividad económica y en el bienestar social. 

Un artículo del New York Times muestra algo que parecería ser obvio: la población más vulnerable tiene una menor elasticidad en su demanda de movilidad. En pocas palabras, con las ciudades y sistemas de soporte que hemos construido, el resguardarse de riesgos sanitarios inminentes es un lujo para algunas personas. La decisión a la que se someten día con día es arriesgarse a contraer el virus o intentar traer el sustento para su familia. La decisión ante esta disyuntiva no es tan clara como parecería. 

En el camino por el derecho a la ciudad existen tres componentes básicos a considerar en política pública para favorecer el acceso: conectividad, proximidad y localización de la vivienda. En el espíritu de buscar una receta para construir una utopía posible por mejores ciudades para todos y todas, ampliaré cada uno de estos conceptos. 

Conectividad

Se refiere a la capacidad de la ciudad de conectar los lugares desde dónde habitan las personas a los destinos. Es decir, se refiere a la infraestructura y servicios que proporciona tu ciudad para asegurarse de que puedas llegar a donde necesitas ir. El reto no es sencillo, la demanda de viajes requiere establecer una infraestructura suficiente para cubrir en promedio, para ciudades en Latinoamérica, entre 2 – 3 viajes persona al día. Claro, es importante destacar, que esta demanda necesita cubrirse bajo condiciones de calidad, comodidad y seguridad. 

En general, en América Latina hay buenas noticias para poder mejorar, el promedio de viajes en transporte público o no motorizado es aún muy alto (más del 50-60% de los viajes). Este porcentaje nos permite partir desde una base sólida en donde el foco debe de ser ampliar y mejorar. Ampliar las redes existentes para mejorar la cobertura (ciclovías, red de transporte estructurado, alimentadoras y banquetas) y mejorar la calidad de servicio para asegurar menor hacinamiento y mayor seguridad en el traslado. Me atrevo a decir que, en el fondo, no se trata de algo tan difícil de alcanzar. El reto es primordialmente presupuestal y en ciudades que han destinado recursos públicos para vías elevadas que cuestan 10 veces más que un sistema confinado de autobuses, el reto, es meramente de voluntad política. Como ejemplo, podríamos recordar que el presupuesto utilizado para construir el “Segundo Piso” de la Ciudad de México (que atiende diariamente 50-100 mil viajes) podría haber sido suficiente para atender a 2 millones de viajes. 

Proximidad

Se refiere a qué tan próximos a tu vivienda se encuentran los servicios públicos que necesitas. Es decir, si tu red de transporte público no te conecta de manera sencilla a un hospital es factible, como decisión de política pública, acercar un hospital público a tu comunidad. Por poner un ejemplo, en análisis de accesibilidad realizados por Brito se muestra que, para la CDMX, la diferencia promedio de acceso entre el grupo de mayor nivel socioeconómico y el grupo menos favorecido es de 70 veces en cuanto a camas de hospital y 26 veces con relación a acceso a consultorios médicos. Se podría decir que, dada la actual estructura de la ciudad, la gente con un nivel socioeconómico más alto tiene 70 veces más oportunidades de acceder a infraestructura pública para atender los riesgos sanitarios que aquéllas en niveles socioeconómicos más bajos.

Los servicios y equipamientos a los que nos referimos son de naturaleza pública y, como tal, no deben de hacer distinción entre el poder adquisitivo de los ciudadanos. Para mejorar las condiciones de proximidad es necesario establecer mecanismos de focalización de los recursos que prioricen y optimicen el nivel de acceso al mayor número de personas.

Localización de la vivienda

El tercer componente en materia de acceso se refiere a la capacidad del Estado de proveer una oferta de vivienda cercana a los servicios y a los empleos. En ciudades como Juárez, la inversión pública en vivienda de interés social, cuando existe, se focaliza en zonas que se encuentran a 30 kilómetros de distancia de los centros de trabajo. En el extremo, la CEPAL estima que existen 15 millones de personas en condiciones de indigencia, sin techo, ni identidad. El reto en vivienda es central en la discusión de acceso dado que establece condiciones de integración social que no pueden ser alcanzados desde la política de conectividad o proximidad. En específico en México, con la existencia del INFONAVIT, del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores que administra, y de la SEDATU, existe una base muy sólida de la cual asirse para modificar las condiciones. 

El conflicto por la plaza urbana, por las oportunidades que te ofrece la ciudad, no es uno sin víctimas. El sistema de conectividad, proximidad y localización de vivienda determinan las condiciones base que te ofrece tu ciudad para proteger tu vida y la de tu familia, determinan las posibilidades para acceder a un empleo, a un trabajo o para abastecerse.

La utopía posible por la que muchos trabajamos es tratar de contribuir a construir una ciudad que te ofrezca la oportunidad de tener tu empleo, servicios de salud, educación, espacios de recreación, culturales y de abasto sano a 15 minutos de distancia de tu hogar. Si bien esta meta parece utópica al día de hoy e inclusive se puede catalogar como privilegiadas a aquellas personas que tienen la fortuna de vivir bajo estas condiciones de acceso, es importante que entiendas que no es un privilegio sino un derecho. Nuestra Constitución en el Artículo 4o  establece que “Toda familia tiene derecho a disfrutar de una vivienda digna y decorosa”.  Para que esta Utopía se logre, solo necesitamos entender que una vivienda digna y decorosa no viene sola… la acompaña el barrio y la plaza. La debe de acompañar, tu Derecho a la Ciudad. 

En época de pandemia, analiza tu barrio. ¿Cuántas de las actividades esenciales pueden hacerse en condiciones de paro? ¿Puedes caminar a alguna farmacia? ¿Puedes resguardarte en algún parque en caso de sismo? ¿Puedes cubrir tus necesidades de alimentación? ¿Hay niños y niñas jugando en las calles? Si la respuesta es afirmativa, eres de las pocas personas afortunadas en esta guerra por la plaza. Ayudemos y colaboremos a que nuestras ciudades ofrezcan las mismas oportunidades que tienes tú a todas las personas.

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