¿Andar en bicicleta te hace una mejor persona?

No, no te hace mejor persona, pero sí te hace más feliz.

Más allá del eufemismo o la romantización de la bicicleta como solución mágica para todo problema en ciudades, existen razones menos románticas y más prácticas que podrían respaldar que la actividad física producida por la bicicleta genera felicidad como proceso biológico desde un punto de vista físico. Por lo tanto, podría llevarnos a generar ciudades más felices y prósperas.

Hace poco, mi pareja me preguntó de una manera muy sincera: “¿Por qué todas las personas que comienzan a andar en bicicleta se transforman en obsesos de la bici? ¿Por qué cuando empiezan van de 0 a 1000, y quieren más y más y más, y cada vez se vuelven más clavadas y fanáticas, hasta el punto en que toda su vida comienza a girar en torno a la bici y se vuelven insoportables?

Si usted se identifica con esta descripción, o conoce a alguien así, sabrá con toda certeza que es así. La gran pregunta es: ¿Por qué no se produce la misma euforia y adicción subiendo a un taxi, a un autobús o al metro –casi se produce con la caminata, pero no del todo?

Más allá de que la bicicleta pueda ser usada como medio de superioridad moral (¡ups!), lo que también contribuye a generar ese tipo de enajenación como con otras cosas –desde la dieta keto hasta el mismo patriarcarro, el veganismo o el arte–, existen diversos estudios que afirman que la bicicleta en realidad tiene beneficios y activaciones psicológicas y neurológicas relacionados con los químicos que se producen por la actividad física. Es decir, literalmente te vuelves adicto a la generación de estos químicos en tu cuerpo.

Estamos hablando de la endorfina, la serotonina, la dopamina y la oxitocina, llamados comúnmente como “el cuarteto de la felicidad“. También los puedes generar casi por cualquier actividad física o ejercicio aeróbico como correr o bailar; e, incluso, algunas no tan físicas como cantar, trabajar en equipo o hasta ver una película triste pueden producir un subidón de químicos. Pero, por ser el día mundial de la bici –y porque no existen sistemas de baile colectivo como medio de transporte– revisemos lo que la bicicleta aporta hoy en día en las ciudades y su potencial.

Algunos beneficios de la bicicleta

Literalmente produce felicidad. Mediante la activación física de pedalear 20 minutos se producen al menos tres de los cuatro químicos naturales en nuestros cuerpos que son responsables de la felicidad –que ya llamamos “el cuarteto de la felicidad”. Veamos los beneficios de un par de ellas:

  • Endorfinas, mejor conocidas como las hormonas de la felicidad, contrarrestan las sensaciones negativas como el dolor, el estrés o la fatiga, produciendo a su vez sensación de placer y bienestar. Es recomendado pedalear 20 minutos al día al 70% de la frecuencia cardiaca máxima para que la secreción de endorfinas reduzca las emociones negativas y los efectos de esto se pueden prolongar hasta por seis horas.

  • Serotonina, otro de los químicos naturales en el cuerpo que ayuda a combatir la depresión. Un estudio de 2015 también encontró que el ejercicio aeróbico producido por la bici aumenta los niveles sanguíneos de anandamida, un cannabinoide natural. Los cannabinoides afectan el sistema endocannabinoide, que es la misma parte del cerebro a la que afectan los componentes activos de la marihuana.

Estas dos sustancias puede explicar por qué tanta gente siente la “euforia del ciclista” durante un viaje largo. La activación de este sistema altera los procesos emocionales y cognitivos, dando a las personas ciclistas un estallido natural de euforia y un impulso en la salud mental. Así, el ciclismo ha demostrado ser un tratamiento efectivo para prevenir y tratar la depresión, la principal causa de discapacidad en el mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. De acuerdo con James Blumenthal de la Universidad de Duke, incluso una pequeña cantidad de actividad física produce estos efectos.

Mejora la cognición y el funcionamiento del cerebro. Aunque todavía no existe mucha investigación al respecto, algunas personas afirman que el ciclismo es un tratamiento efectivo para el tratamiento del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH o ADHD, por sus siglas en inglés). Un estudio encontró que, después del ejercicio aeróbico, los cerebros de las niñas y niños diagnosticados con TDAH tienen un funcionamiento neuronal similar al de las niñas y niños que no tienen este trastorno. Además, el ciclismo puede mejorar la cognición, el funcionamiento y la estructura física misma del cerebro, además de retrasar su envejecimiento y ayudarlo a ser más eficiente al construir neuronas y hacer crecer el hipocampo.

Quizás el beneficio más sorprendente del ciclismo al respecto es su efecto sobre la enfermedad de Parkinson. Varios estudios han demostrado que el ciclismo es particularmente eficaz para ayudar a ralentizar los efectos del Parkinson. El investigador Jay Alberts explica que esto puede suceder porque el ejercicio aeróbico cambia el cerebro al activar las mismas áreas que activarían los medicamentos. El ciclismo también aumenta la conectividad en la materia gris del cerebro, lo que posteriormente puede ayudar a disminuir los síntomas de la enfermedad de Parkinson.

Activa tu cuerpo. De igual forma entre 15 y 20 minutos al día de bici contribuyen casi al 100% del tiempo de actividad física recomendado por la OMS para mejorar las funciones cardiorrespiratorias, musculares, de salud ósea, así como el riesgo de desarrollar Enfermedades No Transmisibles (ETN) en un 27 por ciento; factor clave en México por nuestra alta tasa de mortalidad y morbilidad relacionadas con obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. 

Incrementa el sentido de comunidad. Tanto por la producción de endorfinas como por la interacción social, existen estudios que relacionan que el ciclismo urbano incrementa el sentimiento de unidad y potencia la unión social, por lo que nos permite estar más conectados con nuestra comunidad y nuestro entorno. Esto a su vez genera eventualmente interacciones sociales más fuertes y sostenidas, y promueve la participación social para discutir y construir visiones colectivas de la vida que queremos en aspectos inmediatos y asequibles de nuestros barrios. Por ello, alrededor del mundo diariamente surgen y se fortalecen miles de grupos ciclistas como una nueva forma de participación ciudadana, con diversas connotaciones ya sean deportivos, recreativos, urbanos, culturales, ambientales y hasta políticos.

Más allá de que la bicicleta pueda ser usada como medio de superioridad moral, la evidencia muestra que realidad tiene beneficios y activaciones psicológicas y neurológicas relacionados con los químicos que se producen por la actividad física.

Crédito: Alejandro López

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